Murata Juko

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Murata Jukō es el fundador de la ceremonia japonesa del té.

Aunque no es tan conocido como los maestros de té que llegaron después de él, vale la pena que veamos su historia.

Murata Jukō (村田珠光) nació en Nara en 1423. A temprana edad entró como monje a la secta Jōdō del budismo, pero decidió no continuar y por lo tanto viajó a Kyoto.

Allí conoció a Nōami, un asesor de arte para el gobierno. Nōami le enseñó a Jukō sobre el té.

Cuando Jukō tenía 30 años, se convirtió en un monje budista de la escuela Rinzai.

Su maestro zen era el famoso Ikkyū Sōjun. Él le enseño a Jukō que el sabor del zen y el sabor del té es el mismo.

Como certificado de su iluminación, Ikkyū le obsequió un pergamino con caligrafía de un maestro zen chino.

El concepto de Jukō sobre la ceremonia del té

Jukō incorporó su conocimiento sobre el zen en la ceremonia del té. También fue influenciado por el teatro Noh y el género de poesía Renga.

En ese tiempo, el té para la clase alta se servía en tazas chinas que eran bastante costosas. Más que todo se trataba de ostentar el poder económico del huésped.

Jukō no estaba de acuerdo con esto, así que su ceremonia del té enfatizaba la simpleza. Este estilo más tarde se conocería como el estilo wabicha.

No desechó de una vez los utensilios chinos, simplemente quería que hubiera una armonía junto con los japoneses que eran más económicos.

Por ejemplo, empezó a utilizar el chashaku (la cucharita para el té en polvo) de bambú en vez de los chinos que eran de plata o marfil.

También prefería el estilo rústico de las tazas de té Shiragakiyaki y Bizenyaki.

Jukō pronto se convirtió en el maestro de té del shogun Ashikaga, gracias en parte a Nōami.

En la carta a uno de sus alumnos, la Kokoro no fumi (心の手文), Jukō explica muchos de sus conceptos de la ceremonia del té:

«Lo que es más detestable es el orgullo y el apego. Al experto se le trata con envidia, y al principiante se le trata con desprecio.»

Su ideal era que la ceremonia fuera una actividad donde la gente fuera tratada por igual.

Jukō también creó el estándar para el área del cuarto de té. Era mucho más pequeño que lo que se usaba antes. Esto forzaba a utilizar menos implementos decorativos, y también a tener menos participantes en la ceremonia.

Como también colgó el pergamino que le había regalado su maestro Ikkyū, la costumbre sigue hasta nuestros días.

Su estudiante Takeno Jōō seguiría refinando el estilo wabicha de la ceremonia del té.

Luego, Jōō le enseñaría a su pupilo Sen no Rikyū, quien finalmente completó y perfeccionó la ceremonia japonesa del té.

Publicado en Historia.